miércoles, 12 de agosto de 2009

Agotamiento total

La verdad es que la semana pasada fue especialmente dura para mi familia y para mi. Y los bebes de 10 meses no entienden de los problemas de mama. Ellos siguen con su vida, con sus ganas de conocer el mundo, con sus necesidades inaplazables. Y da igual que mamá lleve varios días sin dormir, que esté triste o enferma. Afortunadamente cuando sientes que ya no puedes más te miran con esos ojos tan llenos de vida y te sonrien de la forma más sincera que existe, y todos los males se van.

Y luego hay días como hoy. Aun recuperandome del palo de la semana pasada, con picaduras de insectos que parecen mordiscos de serpiente por toda la espalda, con muchísimo trabajo y mil cosas pendientes, deseando que llegue la siesta para poder avanzar en algo. Y decide que no, que hoy no se duerme, sólo se juega. Y así nos hemos pasado la tarde, un rato en brazos, otro en la cuna con los juguetes, un poquito de cantajuegos, a llorar porque nos caimos al suelo (es lo que tiene no querer dormir) y otra vez brazos. Y no hay sonrisas que valgan, bueno, a su padre sí, que acaba de llegar y no ha estado luchando con ella todo el día, así nos lo pagan.

La maternidad es maravillosa, y mi hija lo más bello de este mundo. Pero en días como hoy no me vendría nada mal tomarme una cerveza bien fría en una terraza con unas amigas, olvidandome de todos los problemas, hablando de banalidades y sin preocuparme de la hora. Y luego llegar a casa y que mi hija, la más bonita del mundo, me mire con esos ojos llenos de vida y sonría al verme. Tal vez mañana...

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